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Transformación circular, la clave para un futuro sostenible en América Latina


En este sentido, pensar en estrategias de economía circular significa pensar más allá de la gestión adecuada de nuestros residuos. Se trata de repensar los modelos de negocio, buscando minimizar la extracción de recursos vírgenes, reducir al máximo la generación de desechos en nuestros procesos, extender el ciclo de vida de los productos y diseñarlos de manera que los recursos puedan ser reaprovechados por nuestras industrias. Por sus características, la región enfrenta obstáculos únicos en su camino hacia la circularidad, agudizados por un alto grado de informalidad a lo largo de múltiples sectores económicos, así como también por la vulnerabilidad social exacerbada por los efectos del cambio climático.

La realidad es que América Latina responde a un modelo económico primario, predominantemente lineal y caracterizado por una intensa extracción de materias primas vírgenes, que busca dar respuesta a una demanda global de recursos y por lo tanto alcanza tasas de exportación cercanas al 40%. La región es de los territorios con mayor diversidad geográfica y posee recursos naturales que representan una pieza clave para el desarrollo económico global.

Considerando los recursos a nivel mundial, nuestra región posee las reservas del: 61% de litio, 39% de cobre, 32% de plata y níquel, 22% de hierro, 20% de petróleo, 20% de los bosques y 12% de la superficie cultivable del planeta. Además, entre sus países alberga el 8.3% de la población mundial, y contribuye con el 11.2% de la extracción mundial de materias primas. Estos datos no solo reflejan la riqueza natural de nuestra región sino también la responsabilidad que tenemos en el manejo responsable de estos recursos. El cambio también es necesario más allá de ALC, se necesitan colaboración y coordinación internacionales. Como región rica en recursos, el crecimiento de las economías de todo el mundo impulsa la demanda de extracción de materiales en ALC.

América Latina posee retos compartidos entre los países de la región: Considerando el modelo económico principalmente productivo extractivo y orientado a la exportación, la región se enfrenta a altos y acelerados niveles de agotamiento de los recursos naturales.

Además, la región posee una baja productividad de materiales, es decir una baja capacidad de producir valor monetario de cada unidad de material consumido. Por último, posee sociedades muy desiguales y una capacidad limitada del sector público para proporcionar bienes públicos y apoyar la economía.

Entonces, ¿cómo podemos mejorar el rendimiento de la extracción de esos recursos para generar valor agregado en nuestra región? O dicho de otra forma ¿cómo podemos desacoplar el crecimiento económico de la extracción de recursos?

Para enfrentar estos desafíos regionales, una herramienta eficaz que se presenta es el desarrollo de una hoja de ruta de economía circular regional, que consiste en plan estratégico que define una visión compartida a mediano y largo plazo y permite establecer ejes estratégicos y líneas de acción. La misma puede aumentar el compromiso entre los países y la alineación en toda la región al contemplar líneas de acción definidas, delimitadas en cinco categorías principales:

– Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+I).
– Políticas públicas y normativas.
– Financiamiento e Incentivos.
– Cultura y educación.
– Métricas y trazabilidad.


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