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MEXICO ⭐⭐⭐⭐⭐

¿Cómo es trabajar en el sector turístico de Cancún?


Otras familias obreras deben organizarse para hacer coincidir sus descansos y, si no tienen automóvil, arreglárselas con la escasa oferta de transporte.

Además, aunque las playas son públicas, en la práctica el acceso está restringido a los huéspedes de los hoteles.

Un paseo caro

«Ir a la playa también genera gastos (…) hay que comprar allá o llevar algo para comer», señala Terán, líder barrial que organiza actividades solidarias para apoyar a niños y ancianos.

En un cálculo rápido, estima que una familia precisa unos 500 pesos (30 dólares) para pasar un día de playa en la zona hotelera.

Un monto alto considerando el ingreso medio de Quintana Roo -estado donde queda Cancún- de 8.000 pesos mensuales (473 dólares), según el portal especializado Talent.com.

En temporada alta, una sola noche en un hotel cinco estrellas del Boulevard Kukulkán puede costar 2.000 dólares.

Los precios bajos de las casas en Villas Otoch fueron un imán para trabajadores del empobrecido sur mexicano -provenientes de estados como Chiapas o Tabasco- y de países como Guatemala o Cuba, que se emplearon en la construcción o servicios ligados al turismo.

Vistos desde el aire, los bloques simétricos que suman 14.000 viviendas, idénticas y de apenas 35 metros cuadrados, proyectan orden.

A ras de suelo, la estrechez de los espacios y el deterioro del mobiliario urbano saltan a la vista, en medio de un calor sofocante.

Problemas como la violencia intrafamiliar, pero sobre todo la presencia de expendedores de drogas, que atienden la demanda de la zona turística, no tardaron en aparecer.

Según autoridades y medios locales, la violencia repuntó desde 2018 por un aumento del flujo ilícito de armas y disputas entre los cárteles Jalisco Nueva Generación y Sinaloa, los más poderosos del país.

La última frontera

Mientras los padres salen a trabajar, muchos niños se quedan solos en casa o jugando en las calles. Un 40% no asiste a la escuela, comenta Sofía Ochoa, gestora cultural que trabaja en el barrio desde 2022.

Algunos son captados por pandillas de la zona. Experiencias como balaceras o abuso sexual son comunes entre los menores, señala Ochoa.

«Muchísimos [niños] no conocen la playa y la avenida cercana López Portillo, que conecta con el resto de la ciudad, les parece la última frontera», añade.


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