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MEXICO ⭐⭐⭐⭐⭐

Así es Mammoth, la planta de eliminación de dióxido de carbono más grande del mundo


Los planes de Climeworks para los próximos años

res años después de la apertura de Orca, Climeworks pasará de 4.000 a 40.000 toneladas de CO2 capturadas cuando Mammoth funcione a toda capacidad, una cantidad ínfima comparable a lo que se emite en el mundo en apenas unos segundos.

El panel de expertos climáticos de la ONU consideran que estas técnicas de eliminación del CO2 serán necesarias para cumplir con los compromisos del Acuerdo de París, pero sitúan la prioridad en reducir las emisiones masivamente.

Climeworks es pionera en el sector con las dos primeras fábricas del mundo en superar la fase piloto. Operan con un coste de unos 1.000 dólares por tonelada captada, pero Wurzbacher espera reducirlo a 300 dólares en 2030.

De aquí a 2030 se espera la puesta en marcha de una veintena de nuevas infraestructuras, desarrolladas por distintos actores, con capacidad de eliminar una decena de millones de toneladas.

«Nos harán falta 10,000 millones de dólares en la próxima década para desplegarnos» a Estados Unidos, Canadá, Noruega, Omán o Kenia, afirma a la AFP Christoph Gebald, fundador y codirigente de Climeworks.

«Nuestra primera fábrica Orca tiene aspecto de una construcción de Lego en comparación con Mammoth», bromea Jan Wurzbacher.

Precisamente, la famosa empresa juguetera danesa ha comprado créditos de carbono generados por Climeworks por cada tonelada de CO2 almacenada.

Es un medio para dar a conocer estas soluciones al gran público, defiende Gebald, que no descarta vender estos créditos a «grandes contaminantes».

Los detractores de estas tecnologías apuntan al riesgo de dar de este modo «permiso para continuar» o de emplear miles de millones de dólares que podrían invertirse en tecnologías más accesibles como las renovables, la electrificación del transporte o el aislamiento de los hogares.

Climeworks asegura que su trabajo va dirigido a las emisiones inevitables incluso una vez se lleva a cabo una reducción.

Sofia Kabbej, investigadora del clima en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas, señala que estas técnicas implican «también un aumento de la presión sobre el agua», que sirve como diluyente del CO2.


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