Kiev (Ucrania) urgió a Mongolia, miembro de la CPI, a ejecutar la orden de arresto, y acusó al país asiático de «permitir al criminal inculpado escapar a la justicia», al no detenerlo.
El propio tribunal con sede en La Haya recordó la semana pasada que todos sus Estados integrantes tienen la «obligación» de detener a las personas buscadas.
Pero en la práctica, la CPI no dispone de una fuerza coercitiva propia, y poco puede hacer si Ulán Bator no cumple con su obligación. Rusia, a su vez, no reconoce la jurisdicción de la CPI.
Mongolia, es un país democrático situado entre los gigantes autoritarios China y Rusia, mantiene fuertes vínculos culturales con Moscú y una importante relación comercial con Beijing. Ambas potencias codician sus recursos naturales y quieren fortalecer allí su influencia.
Fue parte de la órbita de Moscú durante la era soviética, y tras el colapso de la Unión Soviética, en 1991, ha mantenido relaciones cercanas con sus dos países vecinos.
El gobierno de Mongolia no ha condenado la ofensiva rusa en Ucrania y se ha abstenido en la ONU en las votaciones relativas al conflicto. Tampoco realizó ningún comentario frente a la solicitud de captura de Putin.
Junto a Ukhnaa Khürelsükh, el mandatario ruso elogió «la actitud respetuosa» de Mongolia hacia su «herencia histórica común», y garantizó que los dos países tienen «posiciones cercanas» en «numerosas cuestiones de actualidad internacional».
En las calles de Ulán Bator, Altanbayar Altankhuyag, un economista de 26 años, dijo a AFP que habría sido «inmoral e inapropiado» detener a Putin durante su visita.
MAS NOTICIAS EN YOUTUBE