Contexto:
En 2004, por unanimidad en el Congreso de la Unión, se creó la Ley General de Desarrollo Social que dio origen al Coneval, a raíz de que existían distintas mediciones en torno de la pobreza; es decir, la necesidad de contar con metodologías estandarizadas que permitieran una medición objetiva de la pobreza en México permitió la creación del Coneval y, así, se lanzaron dos de sus propósitos que, hasta la fecha, persisten y, sobre todo, desvelan el por qué no hay lugar a la extinción de esta institución tal y como la conocemos: la importancia de ofrecer evidencia para el desarrollo de políticas públicas en pro de los derechos sociales y, por tanto, evitar el diseño de políticas en función de ocurrencias y/o intereses electorales.
La medición de la pobreza ha desatado todo tipo de filias y fobias en la clase política mexicana. Cuando hay buenas noticias y se valida que la pobreza se ha reducido, la narrativa oficial hace fiesta y todo lo posible para que todo mundo se entere. Cuando se advierte que la pobreza lacera a millones de personas, se detona una campaña para acusar que, detrás de las cifras, hay muy malas intenciones. Las generalizaciones suelen ser inexactas, por lo que seguro hay funcionarios que entienden la importancia de analizar la data, pero no es insensato sostener que en la cultura política también hay quien se resiste a gobernar con evidencias en mano.
En tiempos de la autollamada Cuarta Transformación, la postura hacia el Coneval ha sido ambivalente pues, desde la mirada de la Presidencia de la República, se ha registrado una actitud escéptica y la crítica hacia este órgano gira en torno a que sus valoraciones son parte de un complot neoliberal corrupto del pasado; mientras que hay dependencias que sí han recurrido a sus hallazgos para trazar sus estrategias.
Tomando en cuenta las más recientes actualizaciones sobre el estado que guarda la pobreza en México, Andrés Manuel López Obrador se ha vanagloriado de su reducción. Sin embargo, el otro lado de esta historia es que hay un gran desbalance a lo largo del ciclo de vida de la política social, ya que durante la actual administración han crecido los apoyos hacia adultos mayores, lo cual es una buena noticia pues la pobreza extrema se ha reducido en este sector de la población, pero se han debilitado los programas de apoyo para niñas, niños y adolescentes. Claroscuros.
En ese marco, la semana pasada, la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados aprobó el dictamen que contempla la desaparición de siete órganos autónomos y reguladores; uno de ellos es el Coneval, cuyas funciones podrían ser trasladadas al Inegi, lo que traería consigo un abanico de impactos.
“El Inegi tiene el gran objetivo de generar estadísticas, pero ahora mismo no ha desarrollado un mecanismo metodológico de evaluación de política pública. En cambio, el Coneval cuenta con una serie de lineamientos, metodologías, un sistema de monitoreo y evaluación de los programas sociales del ámbito federal. Entonces, sería una pérdida en cuanto a lo que hemos avanzado en la generación de conocimientos”, acusa José Nabor Cruz Mercado, secretario ejecutivo del Coneval.
Diseñar políticas públicas para un país con más de 130 millones de personas debe ser un proceso muy complejo, pero por eso es que las evidencias que genera el Coneval, muchas de ellas a nivel granular, permiten tener más elementos para saber, por ejemplo, si los apoyos sociales están logrando su objetivo, si es necesario poner más atención en el programa de becas, si habría que priorizar los planes de nutrición para la primera infancia, si se requiere una atención especial a los servicios educativos…
Actualmente y hasta noviembre, el Inegi levantará la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares 2024, que se publicará hacia la segunda mitad de 2025. A partir de sus resultados, el Coneval elaboraría las estimaciones de pobreza nacional y estatales. Frente a la papa caliente que podría aproximarse, no se tendría una valoración para determinar si el compromiso de, primero los pobres, fue algo mucho más que narrativa política. Claramente, perderíamos el saldo final de esta administración y no tendríamos el piso de referencia de la siguiente.
“No es exagerado decir que se ponen en riesgo las políticas que son más prioritarias para los gobiernos, tanto para el que se va como para el que viene, que es la política contra la pobreza y la de desarrollo social. El riesgo que se corre es que se contamine el levantamiento de la información y haya menos calidad o inclusive captura”, afirma John Scott, miembro de la Comisión Ejecutiva del Coneval.
MAS NOTICIAS EN YOUTUBE